Estábamos un gol arriba. Pero había que asegurarlo. Entonces, Leo para Alexis, Alexis para Leo… tiqui tiqui… pase perfecto de Julián a Alexis que asiste a Angelito y llega la locura. Golazo. El más lindo de la historia de las finales. Los dedos formando el corazón y las gargantas que explotan. El ángel de los goles bajó a la tierra y aterrizó en el campo de juego para recibir la pila de compañeros que se suman al festejo. Abrazándose sobre el pasto como chicos y como gigantes. Ángel, Lionel y el resto del equipo manchados de tierra y orgullo. Porque Argentina estaba más cerca de la cima. Argentina brillaba y vapuleaba al entonces campeón. Pero el fútbol suele ofrecer sorpresas. Aquí volvía a suceder. Y nosotros, volvíamos a sufrir…
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