Le llega un tremendo pase en profundidad a Julián, que anticipó al arquero tocándole la pelota por arriba. El croata no tuvo más remedio que impactar el cuerpo de Julián para derribarlo dentro del área, haciendo que jugador y camiseta se hundieran en el pasto. El juez señaló los once metros y dio paso a ese momento único en que se junta la ansiedad del penal y la tranquilidad de que sea Lionel el encargado de patearlo. Sabíamos que, como siempre, iba a elegir el lado contrario del arquero para acariciarla suave. Pero Lionel, que es capaz de amagarle hasta a las certezas, sorprendió con un furioso remate cruzado. Dicen que es de otro planeta pero no, es argentino, el mejor de todos nosotros. Se acercaba el séptimo partido, nada menos que la final. Mi corazón latía fuerte porque también es argentino.
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